ermíteme
decir que las noches en vela saben agridulces si no puedo entonar
melodías que me recuerdan a tu voz, a la voz que me enseñó cosas
impresionantes, a la que afinó a las seis cuerdas de mi guitarra de
madera.
Déjame
que te susurre eses con textura de silencio, sueños, sonrisas y
sarcasmo.
Hazme
ver que siguen los recuerdos que creía borrados, crea melodías que
destrocen mis manos.
Enséñame
una vez más el aroma amargo de lo que me has dejado.
Recuérdame
tomarte una vez más en mis brazos.
Borra
los momentos que pasamos, inventa nuevos que sepan a tus labios.
Olvida
lo que una vez creí haberte enseñado, vuelve del más allá y dime
que no mes has olvidado.
Deja
que sean los cigarrillos no consumidos los que me quemen en la
ausencia del fuego de tu alma ya apagado.
Recuérdame
porque te has marchado, recuérdame si alguna vez soy capaz de
olvidarlo.
Y
aunque 'adiós' es una palabra de despedida, te diré “hasta que
volvamos a reencontrarnos”.
“Las
ausencias duelen, el silencio más aún. El alma no se olvida, el
cuerpo quizás sí. Tu alma está pegada a mi abuelo, tu ausencia se
llena con tus recuerdos. Te quiero y te echo de menos.”